La batería: hechos, mitos y descargas

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Anunciado en 1981, el Epson H-20 está considerado como el primer ordenador portátil de la historia. Con las dimensiones aproximadas de un A4, integraba una pantalla LCD que permitía 4 líneas de 20 caracteres, dos procesadores Hitachi 6301, una impresora matricial, 16kB de RAM, un microcasete para almacenar datos y -aquí quería llegar- una batería de níquel-cadmio recargable. Oh, sí: la batería. Ese componente indispensable para la portabilidad del que no siempre nos ocupamos ni preocupamos. Demos unas pinceladas para ponernos al día.

Cómo funciona una batería

Una batería (o acumulador, o pila) es un dispositivo con celdas electroquímicas que produce electricidad a partir de una reacción química. Cada celda posee un electrodo positivo y otro negativo, sumergidos en un electrolito. El principio de funcionamiento se basa en un proceso reversible conocido como redox. Uno de los componentes se oxida (pierde electrones) mientras el otro se reduce (gana electrones). Al cablear los electrodos, el flujo de electrones va del terminal negativo hacia el positivo. En una batería recargable, se aplica una diferencia de potencial para invertir este flujo y restaurar la energía.

Tipos de baterías

Los nombres seguro que os suenan, pero no está de más profundizar un poco.

Batería de Níquel-Cadmio: comúnmente abreviado como NiCd es una batería recargable en desuso, debido a su efecto memoria (lo que provoca una vida útil muy corta) y a la presencia del cadmio, uno de los metales más tóxicos.

Batería de níquel-metal hidruro: o de níquel-hidruro metálico (Ni-MH), batería recargable que utiliza un ánodo de oxihidróxido de níquel -como en la batería de níquel cadmio- pero cuyo cátodo es de una aleación de hidruro metálico. Posee mayor capacidad de carga que la anterior, menor efecto memoria, y elimina la presencia del molesto cadmio. Por contra, tiene menos ciclos de vida.

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Baterías de iones de Litio: o ion-litio, o Li-Ion. La más popular en la actualidad gracias a la ligereza de sus componentes, su elevada capacidad energética, el poco efecto memoria que sufre​ o su capacidad para funcionar con un elevado número de ciclos de regeneración. También encontramos las de polímero de litio, donde en lugar de un solvente orgánico líquido hay un polímero similar a un gel.

La siguiente gran revolución en las baterías será la de estado sólido con electrolitos de cristal, donde se sustituirá el litio por sodio. Teóricamente dispondrá de mayor densidad de carga, más ciclos de vida útil y menor coste.

¿De qué hablábamos? Ah, sí:  Efecto memoria.

El efecto memoria es un fenómeno que reduce la capacidad de las baterías debido a una incorrecta gestión de las cargas por parte del usuario o por sobrecalentamiento. Aparece cuando cargamos una batería que no se ha descargado al 100%. Se crean unos cristales en su interior que modifican el voltaje y reducen su potencial energético o capacidad de carga. Entre las baterías que se ven afectadas por el efecto memoria se encuentran las NiCd y, en menor grado, las Ni-MH. Por el contrario, las de ion-litio apenas lo sufren. Por precaución, se recomienda realizar una descarga completa seguida de una carga completa cada cierto tiempo, incluso en las que no adolecen de este (d)efecto.

Descargar para cargar

Sabemos que las baterías se consideran consumibles a efectos de garantía. Esto es porque su durabilidad depende del uso (sobre todo, los ciclos de carga) que le demos. Pero si no nos ponemos de acuerdo sobre cuándo decir buenas tardes (¿a partir de las 12?, ¿una vez que se ha comido?), ¿cómo vamos a hacerlo sobre la forma correcta de cargar una batería? Ya que no es cuestión de pontificar, indicaremos unas unas normas básicas, pocas, con las que podremos optimizar su vida útil.

Evitar las temperaturas extremas (todo lo que sea por debajo de 1º y por encima de 39º, yuyu). Procurar trabajar sobre una base refrigeradora (sobre las rodillas o sobre la mesa, sin posibilidad de airear las rejillas de ventilación… justo: yuyu otra vez). Dejar que se descargue hasta el 40% antes de ponerla en carga. Usar la batería sólo en modo portable; si trabajamos al alcance de una toma de corriente, quitarla y alimentar el ordenador directamente desde

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 ella (no por riesgo de sobrecarga, sino -ya sabéis – por temperatura). Si la batería es extraíble, limpiar un par de veces al año el conector que la une al ordenador. Utilizar siempre el cargador original o, en su defecto, uno similar que ofrezca garantía de calidad. Y si el portátil no se va a usar en mucho tiempo, guardarlo con media carga. Por cierto: tarde -según la RAE- es la porción del día que va desde mediodía hasta el anochecer. Así que buenas tardes, a partir de las 12. Punto redondo.

Fluido eléctrico en movimiento

Eso forma parte de una frase de Volta. Ya sabéis, el inventor de la primera pila eléctrica. Dejó escrito en 1775 que cada metal tiene un poder, que es diferente para cada uno, de poner el fluido eléctrico en movimiento. 243 años después nos damos cuenta de lo que hemos avanzado y mejorado en este terreno. Baterías con mayor densidad energética, carga rápida, y alternativas a los componentes usados en la actualidad. Todo augura un futuro en esta tecnología que, por primera vez, se adelante a las necesidades de consumo.

Pero si me dais a elegir, como batería, batería, me sigo quedando con la de Phil Collins en In The Air Tonight. Un redoble escalofriante de esos que no se agotan por mucho que pase el tiempo. Qué queréis que os diga, soy lo que se dice un clásico… tirando a viejuno.

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