Alguien tan peñazo como Tolstoi acertó a decir aquello de que la música es la taquigrafía de la emoción. Bien visto, León. Salvo que seamos eremitas o nos retiremos al desierto, la música estará presente en nuestras vidas. Siempre. Desde la primera nana hasta el último miserere. Entre ambos, todo un abanico polifónico que, por elegido o por condicionado, se convierte en nuestra particular banda sonora. Pues bien, dejando claro que la música es el fin, tendremos que convenir que la tecnología es el medio. Y el medio del que nos ocuparemos hoy son los altavoces y la tecnología, Bluetooth.
Mira mamá: sin cables
Hasta hace bien poco, nuestro ocio estaba constreñido por los cables. Cables de alimentación, cables de audio, cables de vídeo… Si de escuchar música se trataba, dependíamos de uno que transmitiese la señal del reproductor a nuestros auriculares o altavoces. Estábamos limitados a una conexión física, a una longitud determinada, a una interacción menguada. Soluciones anacrónicas para lo que hoy demanda la vida móvil. Afortunadamente, los tiempos modernos traen modernas soluciones. Y hete aquí que apareció el Bluetooth.
Bluetooth o la libertad azul
Vale, lo de azul ha sido un recurso estilístico. Porque el Bluetooth no es de ese color. El nombre procede del rey noruego Harald Blåtand, que acabó escribiéndose como Harald Bluetooth. Se hizo famoso por unificar a un sinfín de tribus y convertirlas al cristianismo. Y fue su apellido el que se utilizó para bautizar la tecnología que permitía a los teléfonos móviles comunicarse con los ordenadores y unificar las comunicaciones inalámbricas. Entre otras, las de los sistemas de audio y los altavoces correspondientes.
Altavoces en colores
Ahora tocaría un párrafo sobre cosas a tener en cuenta a la hora de elegir unos altavoces Bluetooth. Pero como hace calor y parecéis ansiosos por llegar al final, mato dos pájaros de un tiro reseñando uno de mis favoritos: el Dixxo de Trust Urban.
Se trata de un altavoz portátil con un diseño atractivo y resistente, de 18.5 cm de altura (un poco más que una lata de Monster) y 7 cm de diámetro. Pesa aproximadamente medio kilo, así que se puede transportar sin almorzar fuerte ni peligro de protrusión. Incorpora luces LED en 360º que se activan al ritmo de la música, creando un ambiente festivalero que para sí quisiera José Luis Moreno. Cuenta con una potencia de 10W RMS (20W de pico), suficiente para animar cualquier estancia mediana, y una más que apreciable calidad de sonido.
Inalámbrico y más
Su batería de 2200 mAh garantiza una autonomía de hasta 15 horas por recarga. La versión Bluetooth es 2.1 (lo ideal sería una 4.0 o superior, pero dada la tasa de transferencia que necesitamos, cumple con dignidad su tarea). El alcance de la conexión inalámbrica es de 10 metros, por lo que podemos emparejarlo con nuestro smartphone o tablet y ubicarlo donde mejor luzca y suene.
Aparte de la conexión Bluetooth, este altavoz incluye lector de tarjetas microSD, puerto USB para pendrives y auxiliar de 3.5mm. De esta forma nunca nos quedaremos sin repertorio MP3 que reproducir.
En la zona superior encontramos los botones de volumen, multimedia, fuente y recepción/realización de llamadas. Como habréis supuesto, la tecnología Bluetooth también nos permite usarlo como manos libres.
Dando la nota
El altavoz Bluetooth Dixxo es un espectáculo para la vista y el oído. Ahora mismo reproduzco un concierto antiguo de Eric Clapton y el conjunto de luz y sonido aporta una experiencia nueva. Algo que te lleva a pensar que no es que haya envejecido bien, es que no ha envejecido. Supongo que será mérito del guitarrista, pero también del Dixxo.
Podéis echarle un vistazo en nuestra tienda online, haciendo clic aquí.
Y dicho esto, me voy con la música a otra parte.
O mejor dicho: con mi música a todas partes.